Vivir sin etiquetas
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Todos alguna vez agregamos una etiqueta a alguna persona: Flaca, gorda, pequeña, alta, joven, vieja, muy femenina, muy masculina, no hay hombre ni mujer que se salve de un juicio rápido, aún menos de los estereotipos.
Vivimos rodeados de etiquetas que nos encasillan en todo tipo de
categorías.
Algo que nos resulta muy cómodo, y a lo que nos hemos acostumbrado, pero que muchas veces nos limitan.
Cuando
las etiquetas dirigen nuestra vida
En primer lugar, no olvidemos que las etiquetas es algo que pertenece al vestuario o cosas
materiales. Dejemos las etiquetas a un lado y tratemos a las personas tales
como son: Personas.
Cuando nacemos somos un libro en blanco que vamos llenando de experiencias, de sueños, de metas, de amores y desamores, de momentos gratos, de otros no tanto y vamos formando nuestra personalidad en base a ello y según el entorno donde nos desarrollamos.
El problema surge cuando a lo largo de este desarrollo tenemos episodios dolorosos que nos marcan o cuando personas que admiramos o amamos nos etiquetan y entonces dejamos de ser un libro repleto de posibilidades y sueños por cumplir y pasamos a tener etiquetas como: “el malhumorado”, “la intensa”, “la fría”, “el molesto”, “la prepotente”, “el feo”, “la tonta”, “el molesto”, “la rara”, “el agresivo”, “la intolerante”, “el egoísta”, etc.
Las
etiquetas negativas
Y es que todo lo negativo afecta de manera directa e indirecta a
nuestras emociones y la forma de tratar a los demás.
Estas etiquetas se vuelven permanentes y con esta permanencia que tienen en nuestras vidas les damos un significado erróneo, llenándonos de prejuicios y limitaciones a ciertas cosas que suelen sucedernos.
La
etiquetas en lo físico
En el entorno donde se relacionan, las personas tienden a etiquetar o señalar a otros, producto de los condicionamientos sociales en los que se vive.
Como
liberarse de las etiquetas
Como personas, debemos tener un rol clave en la lucha en contra de la discriminación y el prejuicio social y trabajar a favor de la diversidad y la inclusión por ello es necesario ser realistas con nosotros mismos, aceptarnos y seguir el camino de la vida.
No renunciemos nunca a nuestra capacidad de percepción. No dejemos nunca de pensar que todos somos seres en constante cambio y crecimiento. Y que nuestra maravillosa complejidad es imposible de plasmar en una etiqueta.
Procuremos no ser personas negativas que solo juzgan y encasillan a los demás, seamos personas nutritivas, positivas, veamos lo bueno en cada persona, aprendamos a ser empáticos, a resaltar las cualidades de quienes nos rodean y a admirar sin menospreciar, sin criticar y sin etiquetar esas cualidades que nos hacen ser tan diferentes y tan especiales como seres humanos.
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