Una lección para recordar cada día, el amor y los homenajes se dan en vida

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Por Jaime Sierra.

Hace exactamente 3 semanas murió mi Mamita Sonia, y a una semana de que cumpla el mes y su cumpleaños 77, no sé por qué escribo esto, pero creo que ella me pide que lo haga…

En las redes sociales miraba con indiferencia y desdén, los mensajes de lo importante de decir en vida lo que se siente a los seres que amamos, de lo estúpido de ir a dejar flores a una tumba vacía, cuando en vida nos olvidamos de realizar una llamada; pero ahora que mi madre no está recuerdo su último abrazo, cuando enferma me dio la bendición y yo me le burlé diciendo que no sea melodramática, cuando la veía mal pero tenía fe en que era una mujer de roble que pronto se levantaría a invitarme a comer el mejor arroz con menestra y carne asada con jengibre, ( en casa de mis padres a cualquier hora del día había un plato esperando visita ), ahora tengo el turno de los sábados de estar con mi padre y la cocina está vacía, y la casa no huele igual y hasta las flores de su jardín ya no son las mismas.

Mi Mamita Sonia descansa, como dijo el Sacerdote en la misa, él como su confesor sabía cuánto había sufrido mi madre, y sé que soy el hijo que más la hizo reír, pero sin duda uno de sus mayores motivos de llanto; su Jaimito no la visitaba como antes, y en realidad que ahora veo que era un estúpido, por celos con mis hermanos, por las ocupaciones… este sentimiento me lo llevaré a la tumba, el día que me muera correré a darle los abrazos y besos que me perdí y le pediré perdón por el tiempo que no le dediqué.

El tiempo pasa rápido, y las personas vivimos en una burbuja de vidrio, las enfermedades, desempleo y la muerte rompe ese sentimiento de prepotencia que en ocasiones nos embarga, y nos hace ver lo frágil que es la vida nuestra y de quienes en realidad amamos, por eso ya no me da vergüenza abrazar a alguien, y hacerle sentir lo importante que es para mí.